Gotas De Sangre~Cap 1

Un Trato

Otro día pasaba, otro día más que estaba encerrado en esa celda. Se seguía torturando con sus propios pensamientos, ¿Cómo podía haber sido tan débil? No le servía de nada eso, ya lo sabía, pero tampoco había nada que él pudiera hacer. Estaba atado, de pies a cabeza, contra una pared. No podía utilizar sus poderes, ya que estos estaban bajo el control de una especie de magia que no le permitía usarlos. Hace más de cien años que no había visto de nuevo la luna o las estrellas. Extrañaba esas noches en las que salía y la brisa fresca lo envolvía, y en las que se quedaba horas escribiendo canciones bajo un árbol hasta que amanecía. Esos momentos en los que se dedicaba a asustar personas, no olvidaría nunca los gritos de terror de estos.
Una pequeña sonrisa cruzó por su cara al recordar todos esos bellos tiempos, pero se acabaron un día, y ya no recordaba lo que era ser feliz. Por supuesto, nunca supo lo que era serlo, habían pasado tantas cosas malas en su vida que nunca lo supo. Es más, todo el tiempo se preguntaba si alguna vez en su vida lo había sido.

De repente se escucharon pasos que caminaban hacia la celda, él los ignoró completamente. Seguro serían algunos demonios que caminaban por allí, o bien alguien que se había perdido. ¿Quién iría a ver a un vampiro? No es que estaba esperando que alguien lo haga, prefería estar solo ahora. Sin embargo, no era nada de lo que había pensado anteriormente, era la última persona a la que esperaba ver.
—Tenemos que hablar —Le dijo esta inexpresivamente, mientras abría la puerta de la celda.
—No tengo ganas —Le respondió. Ella rió ante la actitud de su hijo, no eran malas noticias las que le traía, al contrario, creía que le gustarían.
—Ni siquiera sabes para qué estoy aquí, así que por lo menos escúchame —Él negó con la cabeza, poniendo ojos de demonio. Su madre era con quien menos quería hablar en el momento, pero esta parecía no darse por vencido—. Mira, te tengo un trato —Este la miró, levantando una de sus cejas. No confiaba ni un poco en ella, entonces, ¿Para qué perder el tiempo haciendo un trato?
—No me interesa, nunca confié en ti, mejor vete ¿Sí? —Le dijo suspirando. Comenzar una pelea no quería, pero nunca había podido hablar con su madre sin una.
—Marshall, déjame aunque sea decirte mi trato, y después me dices si lo aceptas o no. Además, sé que te gustará —El vampiro suspiró, sabiendo que no se iba a dar por vencida, así que asintió—. Bien, voy a ser directa. En AAA hay una humana llamada Fionna, supuestamente heroína y aventurera, y también la última de su especie. Tú eres un vampiro, así que quiero que vayas y bebas su sangre, hasta que no quede ni una sola gota de ella. Pero sin inyectarle tu veneno, no quiero que sea vampira. Si lo haces, prometo dejarte libre, y nunca más en tu vida, si es que podemos llamarlo así, te molestaré, serás libre. ¿Qué dices? —Marshall la miró confundido, ¿Se supone que debía creerle? Ir y matar a la humana no sería difícil, pero su madre tranquilamente le podría estar mintiendo.
—¿Cómo sé que puedo confiar en ti? —Pregunta. La madre ríe, ya que sabía que se lo preguntaría.
—Bien, usaré esto —Le dijo a su hijo, sacando un collar de su bolsillo y poniéndoselo alrededor del cuello.-El collar de las promesas y tratos. Este collar no se quita a menos que hayas cumplido con el trato, y, si no lo haces, te mata. Así que puedes confiar totalmente en mí —Le dijo sonriendo—. Entonces, ¿Tenemos un trato? —Marshall sabía perfectamente de ese collar, así que su mamá no le estaba mintiendo.
—Tenemos un trato —Le respondió, y estrecharon sus manos como pudieron. Hannah, la mamá de Marshall, dice unas palabras mágicas y las cadenas que tenía el vampiro alrededor desaparecen, y sus poderes vuelven a él. Sentía que tenía tanta energía que podría correr por todo AAA más de un millón de veces y no se cansaría.
—Bien, ahora ve —Le dijo ella, abriendo un portal que lo enviaría de nuevo hacia su hogar. Era de noche, así que no tendría ningún problema. Marshall flota rápidamente a través del portal, más veloz que nunca. No podía esperar para disfrutar de nuevo sus noches.

Cuando llegó lo primero que hizo fue revolcarse en el pasto, había estado tanto tiempo sentado sobre un suelo más que duro que ya no sabía que se sentía no estarlo. Luego miró las estrellas y la luna, era tan lindo tener esa vista y no la de paredes rotas y viejas. Se quedó un rato allí contemplando el paisaje, y luego decidió ir a su casa.
Flotó lentamente hasta la cueva ya que quería tener tiempo para mirar cuanto había cambiado AAA desde la última vez que estuvo allí. Y sí, había cambiado demasiado. Después de varios minutos finalmente llegó a su casa, estaba intacta, de seguro nadie se había atrevido a venir a una parte profunda del bosque, pero estaba feliz de que seguía en la misma cueva en la que estuvo antes. ¿Quién sabe? Ahora podría haber otra cosa ahí, o quizás alguien viviendo en su casa.
Abrió la puerta delicadamente, ya que la veía un poco rota y no quería romperla. Todo estaba exactamente igual desde la última vez que estuvo allí. No parecía haber señales de que alguien hubiera entrado, pero por las dudas revisó el piso de arriba. De todas maneras, todo seguía igual que antes. Suspiró felizmente, y se fue a dar un baño. Realmente lo necesitaba. Estuvo un buen rato allí, luego se puso un par de ropas limpias y se fue a dormir tranquilamente.

Al otro día se despertó a las dos de la tarde. Necesitaba recuperar bastantes horas de sueño, ya que prácticamente no había dormido durante los pasados años, aunque los vampiros no dormían mucho que digamos. Fue a buscar su paraguas para ir a recolectar fresas o algo que fuera de color rojo. Lo encontró a un costado del sillón, entonces lo abrió y salió afuera, aunque había demasiadas nubes en el cielo, así que prácticamente no lo necesitaba.
Después de haber encontrado varias fresas y algunas manzanas, volvió a su casa, bebió el color de la mayoría de las fresas y luego decidió ir en busca de la humana. Pero… ¿Por dónde empezar? Había tantos lugares por recorrer. Entonces decidió empezar ahora mismo, no había que perder ni un solo segundo.

Buscó por todas partes, cielo y tierra, aquí y allá, las montañas y los valles, pero nada. ¿Dónde podría estar? Flotó un poco más hasta toparse con un castillo hecho de… ¿Caramelo? Marshall podría jurar que cien años atrás esto no existía.
En un momento escuchó una voz femenina gritar algo, pero no pudo deducir de donde venía, entonces decidió buscar. Flotó alrededor del lugar, y cada vez el sonido de las voces era más fuerte, pero ahora eran dos voces femeninas. Flotó unos pocos centímetros más hasta encontrar a una gata luchando contra un monstruo gigante que al parecer estaba atacando el lugar. ¿Cómo no lo vió antes?
—¡Sostenlo Cake! —Dijo alguien. Marshall se acercó un poco más y se hizo invisible para procurar que nadie lo viera. Vió de nuevo a esa gata y a un príncipe totalmente vestido de rosa que estaba escondido detrás de un árbol. De un momento para otro, una humana saltó sobre el monstruo, clavándole la espada en su pecho. Marshall no pudo hacer más que quedarse embobado mirando a la chica. Era totalmente hermosa. Tenía un cabello dorado, como si fuera oro, y sobre este una vincha con dos orejas de conejito. Sus ojos eran azules como el océano, hermosos también. No aparentaba tener más de dieciséis años. Entonces esta era la humana a la que tenía que matar… Bien, tendría que acercarse a ella primero, pretender que es su amigo o algo, no sin antes darle un buen susto y bromear con ella. Pero, si hay algo que no podía negar, era que la humana era realmente la chica más linda que había visto en toda su eterna y larga vida.